Él me enseñó más de todo que la misma vida.
Supo hacerme ver, lo que los ojos no ven,
supo hacerme oír, lo que las palabras no dicen.
Él me enseñó a pensar: en idas, y venidas,
en todo y en nada. Él sacó de mí,
desde mis hojas, hasta mis raíces.
La magia de los números, poemas de golondrinas,
el secreto de las flores, y del negro los matices.
El Duero, el Ebro, el Tajo, el Guadiana; y la plastilina;
el arrullo de la flauta, el futuro, los orígenes.
Me enseñó a amar, a entender,
a perdonar y a compartir,
a mis virtudes exaltar,
y a mis defectos corregir.
Soy lo que soy, porque alguien me enseñó a ser,
ya que tuve un maestro que me enseñó a vivir:
Que no sólo me enseñó qué es la vida,
sino que me enseñó a vivirla feliz.